El Padre Luis Anaya analiza el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Enfermo 2024: «El don de la ternura como respuesta a la vulnerabilidad»

En una columna en Radio Corazón, el Padre Luis Anaya, licenciado en Derecho Canónico y Doctor en Teología Moral, destaca la importancia de la ternura y la compasión en la atención a los enfermos, según el mensaje del Santo Padre Francisco para la XXXII Jornada Mundial del Enfermo.

En la mañana de hoy, el Padre Luis Anaya compartió con los oyentes de Radio Corazón algunas reflexiones que surgieron tras la lectura de la carta enviada por el Papa Francisco con motivo de la XXXII Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el 11 de febrero de 2024. «El Papa nos ha dirigido a todos, especialmente a quienes trabajamos en el ámbito de la sanidad, una hermosa carta como lo suele hacer todos los años», destacó el Padre Anaya.

La carta, según las palabras del Padre Anaya, «realmente anima y desafía». Durante su intervención, invitó a los oyentes a reflexionar sobre el mensaje del Santo Padre planteando tres preguntas básicas: ¿por dónde empezar? ¿empezar por las dificultades para una actitud acorde con la fe en relación con la atención de los enfermos? ¿o partir de la iluminación bíblica que la misma carta pontificia nos presenta?

Para el Padre Anaya, la expresión bíblica que resuena en la carta papal de este año es «no conviene que el hombre esté solo». Citando el contexto de la creación del hombre y la mujer en Génesis, el Padre Anaya resaltó que la vocación del hombre es la relacionalidad, la efectiva vinculación con los demás. Esta perspectiva, según el Padre Anaya, se refleja en la realidad evangélica del buen samaritano, quien se detiene frente al enfermo, lo acompaña y se compadece de su sufrimiento.

El sacerdote también hizo hincapié en la actualidad de la carta del Papa Francisco en medio de situaciones como la pandemia del COVID-19 y conflictos bélicos, donde la soledad y el aislamiento afectaron profundamente a los enfermos. Además, señaló la importancia de vencer tres grandes pecados: el individualismo, la indiferencia y la cultura del descarte.

En conclusión, el Padre Luis Anaya instó a los oyentes a seguir los lineamientos de la carta papal, pidiendo el don de la ternura y la compasión. «Que el Señor nos conceda una conversión del corazón para que la fraternidad y la relacionalidad, especialmente con el enfermo, sean nuestra actitud permanente frente al dolor y la enfermedad», concluyó.

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