La COP 29 en Bakú: la cumbre climática marcada por la incertidumbre y la financiación
La cumbre de las Naciones Unidas sobre cambio climático, bautizada como la COP de la Financiación, se lleva a cabo en un contexto de escepticismo, tensiones políticas y la sombra de compromisos no vinculantes. Gustavo Tarragona, licenciado en ciencias políticas, analiza los desafíos y expectativas de este evento.
Desde este lunes 11 y hasta el 22 de noviembre, Bakú, Azerbaiyán, es sede de la COP 29, la conferencia climática más relevante del año, organizada por las Naciones Unidas. El licenciado en ciencias políticas Gustavo Tarragona, en su columna de actualidad en Radio Corazón, resaltó que esta edición ha sido denominada la «COP de la Financiación». Sin embargo, aunque los acuerdos alcanzados en estas reuniones son cruciales, su falta de obligatoriedad ha generado históricamente resultados limitados.
“Los acuerdos que se alcanzan en estas cumbres no suelen ser vinculantes. La clave está en las contribuciones determinadas por cada nación, documentos que realmente detallan las promesas de cada país y, el año que viene, toca una actualización”, señaló Tarragona. Este comentario apunta a un problema recurrente en las conferencias COP, donde los compromisos concretos suelen ser reemplazados por declaraciones de intenciones que no siempre se materializan en acciones.
Las cumbres COP, acrónimo en inglés de «Conferencia de las Partes», nacieron tras la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992, cuando se estableció la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Según Tarragona, estos encuentros han sido clave para intentar impulsar acuerdos que busquen la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, aunque con un impacto que a menudo queda lejos de lo esperado.
En cuanto a la COP 28, celebrada el año anterior en un país que planea incrementar su producción de petróleo hasta 2030, Tarragona destacó la polémica surgida cuando su presidente, un líder vinculado al sector petrolero, afirmó que no había pruebas de que los combustibles fósiles afectaran al clima. “El resultado de esa COP 28 era previsible, considerando quién asumía la presidencia”, añadió el experto.
Sobre las expectativas para la COP 29, Tarragona advirtió que es improbable que se logre un avance significativo en la eliminación de los combustibles fósiles, a pesar de que se necesitaría movilizar cerca de 240.000 millones de dólares para 2030 para apoyar la transición energética y programas de adaptación en países emergentes. “Azerbaiyán no es Emiratos Árabes, pero también tiene una economía basada en el petróleo. De hecho, la agenda propuesta por su presidente ni siquiera incluye el tema”, comentó.
Otro punto de incertidumbre es la reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, hecho que seguramente marcará las conversaciones en Bakú. “Los Estados Unidos nunca han sido fiables en cuestiones medioambientales. Nunca ratificaron el protocolo de Kioto ni la Convención para la Diversidad Biológica y, durante el primer mandato de Trump, abandonaron los acuerdos de París”, recordó Tarragona, anticipando posibles repercusiones.
El panorama, según Tarragona, sugiere que la COP 29 podría estar plagada de los mismos problemas que otras ediciones: promesas poco ambiciosas y acciones insuficientes. Las ausencias de líderes como los de Francia, Alemania, la Comisión Europea, India, China y los Estados Unidos también son indicativas de la falta de ambición de esta cumbre.
“Ojalá nos equivoquemos y la reunión de este año recuerde más a la de Montreal que a la de Dubái del año pasado”, concluyó Tarragona, deseando que la COP 29 logre un cambio real y tangible en la lucha contra el cambio climático.
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