El poder de una carta: una historia de encuentro y memoria
Una carta en la guerra, una amistad en la paz.
Pía del Castillo, directora ejecutiva de la Fundación Padres, comparte una historia personal que trasciende el tiempo y el espacio, un testimonio que conecta la memoria de la Guerra de Malvinas con un inesperado reencuentro. Un pequeño gesto, una carta escrita en 1982, marcó una vida y se convirtió en el inicio de un lazo que perduró por décadas.
Un gesto en tiempos de guerra
Corría el año 1982. Pía tenía 15 años y cursaba el tercer año de secundaria en un colegio privado de la zona norte del Gran Buenos Aires. La Guerra de Malvinas era una realidad cercana: dos exalumnos del colegio, que habían egresado recientemente, estaban combatiendo en las islas.
El colegio organizó distintas iniciativas para ayudar a los soldados: eventos para recaudar fondos, confección de ropa de abrigo y envío de provisiones. Entre esas acciones, se propuso a los estudiantes escribir cartas a soldados desconocidos. Pía escribió varias, aunque nunca recibió respuesta. Su prima, en cambio, sí obtuvo una contestación, lo que dejó en Pía la duda de si sus palabras habían llegado a destino.
La respuesta inesperada
Nueve años después, en 1991, Pía recibió una carta que la sorprendió. Quien escribía parecía conocerla en detalle, hablándole de su colegio, su familia y hasta de su vida personal. Confundida, siguió leyendo hasta que encontró la explicación: el remitente era un excombatiente de Malvinas que había recibido una de sus cartas en 1982 y ahora, con retraso, le escribía de vuelta.
El excombatiente, Manuel, le contaba que en aquel entonces era subteniente del Ejército y que su carta había sido un rayo de luz en medio de la guerra. En la misiva, él le agradecía el gesto y cerraba con una frase significativa: «Más vale tarde que nunca». Sin embargo, por razones que Pía no recuerda, nunca respondió aquella carta.
El reencuentro 25 años después
En 2016, mientras ordenaba recuerdos, Pía encontró la carta de Manuel. Leerla nuevamente le hizo preguntarse por qué nunca había respondido. Movida por la curiosidad y el deseo de cerrar ese ciclo, decidió buscarlo. Con los datos de la carta ya obsoletos, recurrió a un primo con contactos en el Colegio Militar. A los pocos días, recibió un mensaje: «Lo encontré».
Superando la incertidumbre y los nervios, decidió escribirle por WhatsApp. Manuel respondió casi de inmediato, reconociéndola. Desde entonces, comenzaron una comunicación constante, compartiendo saludos en fechas significativas: 2 de abril, 10 de junio, Navidad, Pascua.
El encuentro cara a cara
El año pasado, Pía tuvo que viajar a Córdoba por trabajo y le propuso a Manuel conocerse en persona. Se encontraron en noviembre de 2023, y finalmente, aquel intercambio epistolar de la guerra se transformó en una amistad tangible.
Tiempo después, Manuel y su esposa visitaron Buenos Aires y compartieron un asado con Pía y su familia. Así, lo que empezó con una carta a un soldado desconocido en 1982 se convirtió en un vínculo real en 2024.
Un pequeño gesto, un gran impacto
Esta historia nos recuerda el valor de los pequeños gestos. Una simple carta en tiempos de guerra pudo alegrar a un soldado y, con el tiempo, unir dos vidas. Pía invita a reflexionar sobre cómo acciones sencillas, como un saludo, un mensaje o una llamada, pueden cambiar la vida de alguien más.
Honrar a los veteranos de Malvinas no es solo recordar su sacrificio, sino también reconocer el impacto que podemos generar con nuestras palabras y actos. Mejorar como padres, como hijos, como argentinos, es un compromiso que podemos asumir día a día.
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