Exclusión digital: una herida invisible que interpela a familias y escuelas

La Directora Ejecutiva de Fundación Padres, María Pía del Castillo, reflexionó en su columna semanal para Radio Corazón sobre cómo los grupos de WhatsApp, lejos de ser un juego, pueden convertirse en un espacio de dolor y exclusión para niños y adolescentes.

En tiempos en que la vida digital se entrelaza con la vida cotidiana, los vínculos entre chicos se construyen también en pantallas. Pero, ¿qué pasa cuando alguien queda fuera? María Pía del Castillo, Directora Ejecutiva de la Fundación Padres, advierte que “lo que sucede en una pantalla se siente tan real como lo que sucede en un patio”. Y por eso, la exclusión digital deja huellas tan profundas como el rechazo cara a cara.

“Cuando un grupo de compañeros crea un chat y decide no incluir a alguien, lo que está sucediendo es mucho más que un simple olvido. Es un mensaje implícito que dice no sos parte, no te queremos acá, no pertenecés”, subraya Del Castillo en su columna. Este mensaje cala hondo en la autoestima, especialmente en etapas como la infancia y la adolescencia, donde lo más importante es sentirse parte de un grupo.

El fenómeno, muchas veces invisibilizado por los adultos, constituye una forma de bullying silencioso: “No deja marcas visibles, pero sí genera inseguridad, ansiedad, tristeza e incluso aislamiento”, explica. A diferencia de lo que ocurría en otras épocas, las redes y los chats acompañan a los chicos las 24 horas, sin horario de recreo ni campana que marque un corte.

Del Castillo propone mirar más allá de la víctima y cuestionar también el entorno que genera la exclusión: “La discriminación, la burla, el desprecio no surgen de la nada. Los chicos también aprenden esto. Y si en casa o en la sociedad naturalizamos dejar de lado al diferente, entonces no sorprende que lo repitan en un chat escolar”.

El camino, asegura, es educar con el ejemplo y formar en empatía. Esa es la gran tarea de las familias y de las escuelas: enseñar a nuestros hijos que incluir enriquece y excluir empobrece. Se trata de alfabetizar también en la vida digital, entendiendo que del otro lado de la pantalla hay personas reales.

La pregunta que deja planteada es clave: “¿Qué clase de vínculos queremos que aprendan nuestros hijos? ¿Vínculos de poder, donde algunos deciden quién pertenece y quién no? ¿O vínculos de respeto y cuidado, donde cada persona importa?”.

En un mundo donde los chicos aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan, la invitación es a construir grupos y comunidades donde nadie quede invisible. Porque ninguna infancia merece cargar con el peso de la exclusión.

👉 Escuchá la columna completa de María Pía del Castillo en Radio Corazón en el siguiente podcast.