Octubre Misionero: “Ser misioneros de esperanza entre los pueblos”

El Padre Emanuel del Castillo, delegado episcopal para las misiones en la Arquidiócesis de Paraná, anima a vivir este mes como un tiempo de gracia, renovando la vocación bautismal y siguiendo el testimonio de Mama Antula.

Con la llegada de octubre, la Iglesia en Argentina y en todo el mundo celebra el Mes de las Misiones. Este año, bajo el lema propuesto por el Papa Francisco, “Ser misioneros de esperanza entre los pueblos”, el llamado se centra en comprender que la misión no se reduce a palabras o celebraciones, sino que es una invitación a ser testigos del amor de Jesús en lo cotidiano.

El Padre Emanuel del Castillo, delegado episcopal para las misiones del Arzobispado de Paraná y delegado regional de misiones, explicó que “todos los bautizados estamos llamados a ser misioneros. Nuestra vida cotidiana es terreno fértil para sembrar esperanza, consuelo y alegría en quienes nos rodean”.

En este año, la celebración adquiere un significado especial en la diócesis: las reliquias de primer grado de Santa María Antonia de Paz y Figueroa —Mama Antula—, patrona de las misiones argentinas y primera santa del país, recorren las comunidades hasta el 27 de octubre. “Su vida fue un testimonio concreto del Evangelio. Dedicó toda su vida a los pobres, a los enfermos, a los más abandonados, mostrando que la misión no depende de grandes gestos ni de viajes lejos, sino de abrir el corazón, servir y acompañar allí donde estamos”, destacó Del Castillo.

El sacerdote subrayó que el octubre misionero es un tiempo para renovar el compromiso personal y comunitario, señalando cuatro aspectos fundamentales: animar, misionar, formarse y rezar. Animar significa despertar la conciencia misionera y fortalecer la comunión con quienes llevan adelante la evangelización en distintos lugares del mundo. Misionar, en palabras del Padre Emanuel, es “salir al encuentro de los demás, especialmente de los enfermos y de los que están sin esperanza, visitando casa por casa, estando en la calle, como nos pide tanto el Papa Francisco”.

Formarse es otro de los pilares: profundizar la fe, conocer las realidades de las misiones y vivir con mayor conciencia el envío bautismal. Y finalmente, rezar, que el delegado consideró “quizás lo más importante”, sosteniendo con la oración la labor de los misioneros y la vida de los pueblos.

Con la presencia de las reliquias de Mama Antula como signo de gracia, el llamado es a dejarse inspirar por su testimonio. “Que este mes misionero nos anime a vivir la misión de manera más concreta, que fortalezca la pastoral de la animación en cada comunidad parroquial y que podamos ser verdaderos misioneros de la esperanza, llevando la luz de Jesús allí donde hay oscuridad”, expresó Del Castillo.

El Octubre Misionero, acompañado también por la devoción del mes del Rosario y el mes de la Familia, se convierte así en una oportunidad para abrir el corazón, salir de la comodidad y hacer de la fe una experiencia viva de cercanía, servicio y alegría.

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