Doscientos años bajo el manto de María: la Arquidiócesis de Paraná celebró a su patrona, la Virgen del Rosario
Con una multitudinaria celebración en la plaza central, la Arquidiócesis de Paraná conmemoró este 7 de octubre el bicentenario del patronazgo de la Virgen del Rosario, su protectora desde hace 200 años. La misa fue presidida por el arzobispo Mons. Raúl Martín, quien invitó a los fieles a caminar juntos, sostenidos en la esperanza y en la ternura de la Madre.
La tarde del 7 de octubre se llenó de color, fe y emoción en la ciudad de Paraná. Miles de fieles se congregaron para celebrar la fiesta patronal de la Virgen del Rosario, que este año tuvo un carácter muy especial: se cumplieron dos siglos desde que fue proclamada patrona y protectora de la Arquidiócesis.
La procesión, encabezada por el arzobispo Mons. Raúl Martín, recorrió las calles del centro acompañada por cánticos, oraciones y el repique de campanas. Banderas, estandartes, familias, religiosos y comunidades de toda la arquidiócesis se unieron en un mismo gesto de fe y gratitud hacia la Madre de Jesús, reconocida desde hace dos siglos como guía espiritual del pueblo entrerriano.
En la homilía, Mons. Martín expresó su alegría por la gran participación y por la preparación vivida durante la novena:
“Con mucha alegría hemos iniciado con solemnidad esta fiesta en honor de nuestra Madre, Señora del Rosario. Preparamos el corazón en este camino como peregrinos de esperanza en medio de la ciudad, testimonio de fe y amor a la Madre de Jesús y madre de su pueblo.”
El arzobispo invitó a mirar a María como modelo de fe sencilla, de oración perseverante y de esperanza firme:
“María reza porque espera, sabe bien en quién confía, y se hace madre y maestra enseñando a sus hijos. Su oración une, fortalece y sostiene en el camino.”
Mons. Martín recordó también que el rezo del Rosario, tan arraigado en la devoción popular, no es sólo una tradición, sino una verdadera “escuela de Evangelio” que ayuda al pueblo de Dios a contemplar la vida de Jesús con los ojos de su Madre.
“Cada Padrenuestro y cada Avemaría son un paso compartido —dijo—. Rezar unidos nos hace más hermanos, nos ayuda a reconocer el dolor del otro y nos llama a hacernos cargo, sostenidos en la esperanza que no defrauda.”
Durante la celebración se recordó el significado profundo de este bicentenario: una historia de fe que ha acompañado a generaciones de entrerrianos, desde las primeras comunidades hasta hoy. Bajo la mirada de María, el pueblo de Paraná ha aprendido a caminar unido, compartiendo alegrías y dolores, certezas y búsquedas.
El arzobispo también exhortó a vivir este tiempo jubilar como una oportunidad para renovar la misión evangelizadora de la Iglesia local:
“Somos una misma comunidad de hermanos que navega en la misma barca. Nadie se salva solo. Pero el Señor no nos ha dejado huérfanos: nos ha dado a su Madre. Desde sus manos, María nos sostiene junto a su Hijo y nos enseña a caminar en comunión, participación y misión.”
Al concluir la Eucaristía, se elevó una plegaria especial a la Virgen del Rosario para que continúe protegiendo a la Iglesia de Paraná y a todo su pueblo:
“Que tu rosario, Madre, sostenga a todos, nos una con toda la Iglesia y nos haga dóciles al Espíritu, dispuestos a servir al estilo de Jesús, con cercanía, compasión y ternura.”
La fiesta cerró en un ambiente de profunda emoción, con la imagen de la Virgen llevada en andas entre cantos y aplausos, y con la plaza colmada de fieles que, con rosario en mano, reafirmaron su fe y su pertenencia a esta historia de doscientos años bajo el manto de María.
“María, Virgen y Madre Santa, Señora de nuestro pueblo, que no bajemos los brazos y que juntos caminemos. Vos sos el paso de Dios por nuestra vida, haciéndonos también pasos que muestren un poco el cielo.”
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