Recordar para comprender: una mirada sobre la maternidad desde la propia infancia
En vísperas del Día de la Madre, María Pía del Castillo, directora ejecutiva de la Fundación Padres, invita a un ejercicio profundo y humano: volver a mirar la maternidad desde la propia experiencia de hijas. Recordar quiénes fuimos como niñas —con nuestros miedos, anhelos y travesuras— puede ayudarnos a entender mejor las necesidades y sentimientos de nuestros hijos hoy.
“Todas las personas mayores han comenzado por ser niños, pero pocos de ellos lo recuerdan”, cita Pía al escritor Antoine de Saint-Exupéry. Y a partir de esa frase propone detenernos un momento: “¿Recordamos cómo era ser hijas? ¿Qué sentíamos, qué necesitábamos, qué temíamos o qué soñábamos?”.
Según la especialista, volver a conectar con esa niña interior no es un simple ejercicio nostálgico, sino una forma de comprender con más empatía el corazón de nuestros hijos. “Eso nos ayuda a ser mamás”, afirma.
Para Pía, no existe una única manera de ser madre. “Creo que hay tantas respuestas como madres, e incluso tantas como hijos”, dice. “No soy la misma mamá para mi hijo mayor que para el más chiquito… cada uno llegó a mi vida en un momento distinto, y cada uno es único e irrepetible en mi corazón”.
Sin embargo, identifica un hilo común en toda maternidad: la tarea de alimentar física y emocionalmente, proteger y, al mismo tiempo, dejar crecer. “Nuestros hijos nacen indefensos y vulnerables. Nos necesitan no sólo para ser alimentados, sino también para ser amados. Un bebé puede estar perfectamente cuidado, pero si no es querido, no sobrevive”.
Pía subraya también la necesidad de integrar al padre en la crianza: “Esto de ninguna manera excluye al papá, todo lo contrario. Debemos ser generosas en la inclusión del padre en todas las tareas del hogar y de la crianza”. En tiempos en que ambos trabajan y comparten responsabilidades, la corresponsabilidad se vuelve un signo de amor y equilibrio familiar.
Una parte central de su reflexión se detiene en el amor incondicional de una madre, ese que no se mide ni se explica. “Pase lo que pase, hagan lo que hagan, se porten bien o mal, siempre nuestro amor estará presente”.
Con ternura, Pía comparte una anécdota: “Una vez una maestra me dijo que confundía los nombres de mis hijos porque el amor hacia ellos era el mismo. No sé si era una respuesta científica, pero ciertamente fue sabia”.
A lo largo de la columna, la directora de Fundación Padres recorre también las distintas etapas de la relación madre-hijo, desde los primeros años hasta la adolescencia, describiendo cómo cambian las necesidades y cómo la madre se adapta con flexibilidad y paciencia. “Las madres desarrollamos una especial capacidad de adaptación, porque nuestros hijos cambian constantemente”, explica.
Pero el equilibrio no es fácil. “Hoy las madres también trabajamos, estudiamos, nos desarrollamos profesionalmente, y eso nos exige administrar tiempo y energía con inteligencia y amor”, señala. En ese contexto, recomienda una herramienta valiosa y simple: el sentido del humor.
“Aprendamos a reírnos de nosotras mismas con nuestros hijos. El sentido del humor es contagioso y ayuda a aceptar nuestras imperfecciones. Recuperemos hoy más que nunca la alegría de la maternidad”.
Pía del Castillo concluye su mensaje con una frase luminosa: “La gran responsabilidad de la maternidad es ayudar a nuestros hijos a creer en sí mismos. La clave del éxito como madres está en que nuestros hijos sean felices. Porque en el rocío de las pequeñas cosas el corazón encuentra su mañana y toma su frescura.”
Y con esa frescura, despide su columna deseando: “Feliz Día de la Madre. Mejores padres, mejores hijos, mejores argentinos.”
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