Episodio 16 – ¿Existen orientaciones concretas para promover una economía con “olor a Evangelio”?
La economía puede ser un espacio de encuentro o un territorio de exclusión. La Doctrina Social de la Iglesia propone caminos concretos para que el mercado, la política y la sociedad civil se articulen al servicio del bien común. El desafío es incorporar gratuidad, justicia y fraternidad en un sistema que muchas veces se rige solo por el interés y la competencia.
Promover una economía con “olor a Evangelio” no significa negar el mercado ni demonizar la actividad económica. Significa orientarla hacia la dignidad humana. La Iglesia enseña que sin confianza, solidaridad y vínculos reales, el mercado se vuelve incapaz de generar cohesión social. Por eso, además de la justicia conmutativa —la del intercambio justo— debe haber justicia distributiva y justicia social.
La actividad económica no es neutra: en cada decisión hay implicancias morales. La separación rígida entre “producir riqueza” y “repartir justicia” crea desequilibrios que terminan afectando a los más vulnerables. Una economía inspirada en el Evangelio integra tres dimensiones: mercado, Estado y sociedad civil, donde también haya espacio para la lógica del don, la fraternidad y el compromiso con el bien común.
La caridad en la verdad, como recuerda Benedicto XVI, pide sistemas económicos capaces de incluir empresas que no solo buscan el lucro, sino que también persiguen fines sociales y comunitarios. Solo así la economía puede humanizarse, abrir oportunidades y convertirse en un verdadero instrumento de desarrollo integral.